Los proyectistas de la línea de alta tensión tiraron recto, de manera que la travesía leonesa yugulaba la montaña de Riaño, desde el Puerto de Tarna hasta la cabecera del Cea. A nadie importó si aquellos parajes estaban declarados espacio natural. El planteamiento consistía ni más ni menos que en la tala y devastación de un holgado corredor de cuarenta metros a lo largo de medio centenar de kilómetros protegidos… Ver artículo de Ernesto Escapa
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