Calles de la capital leonesa

 

 

La Calle Ancha

Estupendo trabajo:

martes, 9 de julio de 2013
http://seraporfotos.blogspot.com.es/2013/07/rincones-de-leon-vi-calle-ancha.html

Rincones de León VI: Calle Ancha

Principal arteria peatonal de León y zona de paseo por antonomasia, la Calle Ancha une la plaza de Regla (desde la Catedral) con el tradicional centro de la capital, la plaza de Santo Domingo. Presente desde la fundación del primer campamento romano, en el que era su calle principal, en el siglo XIV se denominaba Herrería de la Cruz (ya que en ella se ubicaban los talleres donde se trabajaba el hierro), tomando posteriormente otros nombres como Calle de la Catedral, de San Marcelo, del Cristo de la Victoria, o de Fernando Merino, hasta que con el ensanche del siglo XIX tomó su nombre actual.

En la época de la dictadura, al igual que el antiguo régimen hizo con otras calles de la ciudad en dicho periodo, sufrió una denominación «acorde» que pervivió hasta los años 80: «Generalísimo Franco».

 

Como arteria principal de la ciudad durante varios siglos, en sus muros habla la historia. Volvió a retomar su protagonismo como «corazón de León» con las obras de peatonalización y renovación de mobiliario urbano de finales del siglo XX. Además, últimamente (y a pesar de la crisis) se engalanan sus balcones con flores multicolores, lo que hace su paseo siempre vistoso y agradable pese a su ligera pendiente hasta llegar a la Pulchra Leonina.

 

 

 

Varios son los hitos arquitectónicos principales de esta vieja calle leonesa. Ya en el inicio de nuestro paseo en la plaza de Santo Domingo nos encontramos a la derecha con la iglesia de San Marcelo, sede del patrón de la ciudad y a la izquierda con el antiguo Casino, sede hoy de una entidad bancaria.

 

 

 

Desde aquí se ve uno de los emblemas de la ciudad, la «casa Botines», obra de Gaudí, y justo enfrente la única zona verde de la calle, donde se sitúa la Fuente de San Marcelo y donde podremos contemplar la maqueta de la ciudad realizada con motivo de su bimilenario, con una representación de la época romana, la medieval y la actual.

El primer edificio con solera que nos encontramos a continuación de la obra de Gaudí, flanquea la antigua puerta Cauriense, punto de entrada al campamento romano primigenio: se trata del Palacio de los Guzmanes, levantado por Gil de Hontañón según encargo del que fuera obispo de Calahorra, don Juan de Quiñones y Guzmán. Se finalizó en el año 1571.

En la puerta del palacio de los Guzmanes:
Ornanda est dignitas domo, non ex domo dignitas tota quaerenda
(Pseudo traducción: «El adorno dignifica la casa. Dignifica la casa, no todo lo que hay en ella».)

Un poco más adelante, también en su orilla izquierda, después de pasar la histórica calle del Cid, nos encontramos con otro palacio del siglo XVI: el de los marqueses de Villasinta (encargado por el antiguo regidor de la ciudad don Francisco Álamos y Quiñones), actual sede de un conocido hotel.

 

En la Capilla del Santo Cristo de la Victoria:
Hunc locum, quo prius centurionis Marcellis tetis domus, ob victoriam martyrio pro fide suscepto a tanto viro suisque liberis partam.  Christo crucifixo legionensis pietas sacravit.
(Pseudo traducción: «En este lugar, antigua casa del centurión Marcelo, obtuvo la victoria del martirio por la fe junto con su familia y amigos. Dedicada al Cristo crucificado legionense de la piedad».)

 

Al otro lado de la calle, nos encontramos con la sorprendente capilla del Santo Cristo de la Victoria, que ocupa, según la tradición y conforme reza su placa que muestro en las fotos, el solar de la antigua casa del centurión Marcelo. La iglesia existía en el siglo XIII, pero en 1885, debido al ensanche de la calle, sufrió una reforma que la redujo a la mínima expresión.

 

Pero no son solo edificios históricos y de «rancio abolengo» los que nos encontraremos en nuestro paseo: las construcciones de finales del siglo XIX y principios del XX nos acompañan en el recorrido: casas de estilo neomudéjar; adornos de cerámica de Zuloaga, chaflanes (como el del número 14) con esculturas neoclásicas y medallones, balcones y más balcones y cafés: el mítico Café Victoria, que abrió sus puertas en 1887, tomaba el agua para su café de la fuente de San Marcelo, y almacenaba la nieve caída en invierno para refrescar el verano de sus clientes.

El Café Iris, que trae a la memoria a las descocadas cupletistas. La Farmacia Merino, cuna de las boticas leonesas, con su artesonado único. La afamada confitería Camilo de Blas (¿os acordáis de los fantásticos caramelos de toffe?). El antiguo Bazar Torres, donde encontrabas casi de todo (hoy sede de una perfumería), cuyo sentido se ha trasladado al actual Gnomos, centro y referencia de la Calle Ancha, con su estatua a tamaño real de Elvis, una de las más fotografiadas.

En fin, una calle que respira historia e historias, con atmósfera dulzona, como sus establecimientos de «chuches», con sabor leonés, como su tienda de embutidos, con «pedigrí», como sus tiendas de regalos y souvenirs y con cierto aire «retro» como muchos de sus cafés.

Cuando viene el frío, allí podemos encontrar al castañero; cuando el calor aprieta, se acerca el carrito del heladero y, haga frío o calor, los músicos callejeros como nuestro nunca bien ponderado «Arty» o las «estatuas vivientes», o los puestos de artesanía y barquilleros en época de fiestas, recogimiento religioso en Semana Santa, ambiente popular y tradicional en las fiestas de las Cantaderas, los carros engalanados y los Pendones, San Juan y San Pedro, San Froilán


 

 

Siempre hay un motivo para pasear por la calle Ancha. Como decía nuestro desaparecido cronista Cayón Waldaliso… es una calle que «por tenerlo todo, tiene hasta la Catedral al fondo».

No se puede visitar León sin pasear por la calle Ancha, que resume toda la esencia de la capital en unos cientos de metros. Espero que os haya gustado el paseo y os incite a hacerlo «en directo».

 

 

 

Para saber más:

(c) Javier Díaz Barrera, 2013