Entrada en preparación. Documentación, selección y proceso de datos Héctor-Luis Suárez, Casa de León en Madrid. Disculpen las carencias provisionales.
Galería de Leoneses olvidados o desconocidos para muchos, que se ganaron con su trayectoria vital o profesional mas que de sobra «por derecho» el título de «leoneses de pro». Incluso algunos que no nacieron en la tierra que amaron
Muchos tienen clara relación con Madrid y, todavía tras tiempo suficiente, no tienen ni una calle dedicada, estatua o placa de reconocimiento público. Una circunstancia que, tal vez, deberíamos intentar corregir los propios leoneses con la promoción de acciones oportunas apoyándonos en nuestra casa en la capital de España.
Una enorme sección que será incrementada, poco a poco…
SIGLO XVIII Y XIX (Primera mitad)
Literatos
José Francisco de Isla
«El Padre Isla»
Vidanes (León) 1703- Bolonia, 1781
Jesúita y prestigioso literato. Autor del «Fray Gerundio de Campazas»
http://www.cervantesvirtual.com/portales/jose_francisco_de_isla/
Retrato de José Francisco de Isla.
Autor: Josef Asensio (del grabado), Jf. Ximeno (del dibujo).
Localización: Biblioteca Nacional de España.
Alto rango clerical
Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón
«El Cardenal Lorenzana»
León, Barrio de Sta. Marina, 1722 – Roma 1804
Ilustrado, Cardenal, Arzobispo de Toledo y Mexico, liturgista e hustoriadir. Una de las figuras internacionales principales de la cultura eclesiástica de su tiempo. Regalista, impulsor de la expulsión de los Jesuítas. Sobre la muceta, ostenta la gran cruz y banda de la Orden de Carlos III.
Oleo de Matías Moreno González, Museo del Prado.
http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=10069854 http://www.artehistoria.com/v2/contextos/8015.htm
De variada índole profesional
José Rodríguez Losada
Iruela (Losada, La Cabrera, León) 1797 – Londres , 1870
Pastor, participa en la Guerra de la Independencia. Oficial del ejército en el Trienio Liberal. Exiliado en Londres por sus ideas liberales. Se consolidará como prestigioso relojero, haciéndose cargo del Big Ben en Londres.
Regala el celeberrimo reloj de la Puerta del Sol, de Madrid.
http://www.publico.es/culturas/espanol-hizo-sonar-big-ben.html http://www.diariodeleon.es/noticias/revista/relojero-losada-leones-marco-tiempo-ingleses_233949.html Roberto Moreno, José Rodríguez de Losada. Vida y obra. 1995, Madrid: Fundación Juanelo Turriano http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Rodr%C3%ADguez_Losada
http://www.diariodeleon.es/noticias/contraportada/doce-campanadas-honor-losada_1115494.html
Santiago Alonso Cordero,
«El Maragato Cordero»
Santiagomillas 1793 – Madrid, 1865
Arriero maragato. Patriota en partidas guerrilleras contra el francés, en la Guerra de la Independencia y en partidas liberales. Liberal. Vicepresidente de la Diputación de Madrid. Impulsor del abastecimiento de agua a Madrid a través del Canal de Isabel II. Impulsa la llegada del ferrocarril a Galicia y su paso por la provincia de León, favoreciendo Astorga y comarca. Impulsa la siderurgia de Sabero. Habitualmente vestía con atuendo maragato. Benito Pérez Galdós recoge su figura en la corte madrileña.
https://maragato.wordpress.com/2011/11/15/santiago-alonso-cordero-el-maragato-cordero/ http://www.maragateria.com/gentes/maragato-cordero/cordero.htm http://antiguoscafesdemadrid.blogspot.com.es/2012/04/las-casas-de-cordero-banos-bazar.html http://www.diariodeleon.es/noticias/revista/maragatos-cordero-otros-miembros-tribu_220321.html
Santiago Alonso Cordero, el Maragato, por Antonio María Esquivel, 1842. Museo ROmántico. Madrid
http://www.lanuevacronica.com/la-que-preparo-el-maragato
SIGLOS XIX (Segunada mitad) y XX
Abogados y más oficios y estudios afines …
Manuel García Prieto
Astorga, 1859 – San Sebastián, 1938
Abogado, Fiscal en Madrid y miembro del Cuerpo Jurídico Militar. Diputado en Cortes por Astorga veinte años por Santiago de Compostela. Director general del Contencioso del Estado, Subsecretario de Ultramar. Ministro de Gobernación y Ministro de Gracia y Justicia (ambos 1905), de Fomento (1906) y de Estado (1912). Marqués de Alhucemas. Presidente del Senado.
Presidente del Consejo de Ministros de España (en cuatro ocasiones, dirigió el último goberno constitucional de la Monarquía reinando Alfonso XIII).
Elías López Morán
Canseco (León), 1857 – Gijón (Asturias), 1921
Abogado, Notario en Gijón, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Colaborador de Joaquín Costa, realizó diversos trabajos sobre derecho consuetudinario en la provincia de León, y activo colector de datos de la Encuesta sobre las costumbres de nacimiento, matrimonio y muerte en España que promovió en 1901-1902 la Sección de Ciencias Morales y Políticas del Ateneo de Madrid.
Datos gentileza: http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=lopez-moran-elias
Maestros y docentes en general …
muchos triste e injustamente maltratados y represaliados por la barbarie, fuera del credo que fuera
Álvaro López-Núñez Villabrille
León, 1865 – Madrid, 1936
Maestro, miembro del Instituro de Reformas Sociales desde 1906, colaboró en la creación del Instituto Nacional de Previsión, precedente de la Seguridad Social Española (INSS). Académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y
promotor de la asistencia, Mutualidades y los Seguros Sociales en España.
Alma de la implantación de la previsión en las escuelas, para que los niños se acostumbraran a ella y al ahorro, lo que se hizo creando en julio de 1911 las Mutualidades Escolares, declaradas obligatorias para todas las escuelas públicas en 1919, con la finalidad de fomentar el ahorro, constituir dotes infantiles y formar pensiones de retiro. El dinero recaudado se ingresaba en entidades de ahorro. A finales de 1928 existían en España 6.394 mutualidades de este tipo, con 390.034 mutualistas, y unos fondos de casi 17 millones de pesetas. Con igual filosofía y destino de sus beneficios se establecieron a la vez los Cotos Escolares (apícolas, forestales, agrícolas, conejeros,…) en las zonas rurales en su inicio. Álvaro, cofundador del Grupo de la Democracia Cristiana en 1918, católico social, periodista y escritor, fundador de periódicos y publicaciones católicas. Fué fusilado a los 71 años junto a Esther, la más joven de sus seis hijos, víctima de la represión republicana incontrolada, en las tapias del Cementerio del Este de Madrid el 29 de septiembre de 1936, después de ser sacados de la checa de Fomento.
Documentación gentileza de http://gentedelabaneza.blogspot.com.es/2013/09/9-los-lopez-nunez-villabrille-de-la.htm http://iconoarchivo.wordpress.com/page/69/ y el monográfico realizado por nuestro insigne socio y periodista Félix Pacho Reyero disponible en http://www.saber.es/web/biblioteca/libros/tierras-de-leon/html/122-123/tierras-de-leon-122-123-alvaro-lopez-nunez.pdf
Veterinarios y más cosas…
Crisanto Sáenz de la Calzada
Lagunilla (Logroño), 1875 – León, 1952.
http://ddd.uab.cat/pub/llibres/1973-2011/72336/semvet_a1973v1_saenz.pdf
Veterinario, médico, odontólogo, Catedrático en Santiago y decano de la Facultad de Veterinaria, prestigioso profesional en todos ellos, Pte. Diputación de León, Dtor. Gral de Ganadería …
Félix Gordón Ordás
León, 1885 – Mexico D.F. 1973
(Puerta Moneda – Barrio del Mercado)
Veterinario, Director General de Ganadería, Diputado en Cortes 1931 y 33, Ministro de Industria y Comercio, Embajador en Méjco,
Presidente de la República Española en el Exilio 1951-60
Magnífico trabajo de Miguel Cordero del Campillo sobre su figura en el plano veterinario : http://ddd.uab.cat/pub/llibres/1973-2011/72336/semvet_a1973v1_gordon.pdf http://exiliadosmexico.blogspot.com.es/2012/09/gordon-ordas-felix.html
http://es.wikipedia.org/wiki/F%C3%A9lix_Gord%C3%B3n_Ord%C3%A1s Foto Pepe Gracia (fragmento)
Sólo políticos… o casi
que, a veces, «no es poco» en alguno de sus casos, al ser honrosas excepciones en esa lid
Angel Pestaña Núñez
Santo Tomás de las Ollas (Ponferrada, León), 1886 – Begas (Barcelona), 1937
Personaje histórico y referencial del movimiento Anarquista en España. Autor de numerosa obra
referencial en el ámbito del pensamiento anarquista. Secretario General de CNT, sector moderado,
Diputado por Cádiz en 1936.
se opondría frontalmente a la facción de CNT próxima la FAI de clara tendencia terrorista en sus planteamientos. http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81ngel_Pesta%C3%B1a
Gumersindo de Azcárate y Menéndez
León, 1840 – Madrid, 1917
Personaje histórico referencial del republicanismo en España. Jurista, pensador, historiador, catedrático y político. Diputado en cortes, krausista y de la Spanish Society, colaborador de la Institución Libre de Enseñanza autor de numerosa obra
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/azcarate_gumersindo.htm
http://www.saber.es/web/biblioteca/libros/tierras-de-leon/html/010/1.3.pdf
https://www.ecured.cu/Gumersindo_de_Azc%C3%A1rate_Men%C3%A9ndez Cuba
http://www.diariodeleon.es/noticias/cultura/gumersindo-azcarate-1840-1917_1128124.html
http://www.diariodeleon.es/noticias/cultura/azcarate-cossio-sorolla_924226.html
Indianos…
Reproducimos el interesante artículo al respecto que contiene : http://www.saber.es/web/biblioteca/libros/personajes-leoneses/html/indianos.php, Fundación Saber.es a la que agradecemos su gentileza por esta información
Indianos, el viaje de los valientes
Es imposible saber cuantos han sido, pero son miles. Muchos miles los indianos leoneses que cruzaron el charco hasta la América del Sur –Méjico, Argentina y Cuba, fundamentalmente– pero casi nada se sabe de ellos, salvo las biografías de algunos de los triunfadores, que no fueron todos. Otros muchos quedaron allí sin dinero tan siquiera para comprar el billete de regreso. No hay un censo, poco se conoce en sus lugares de origen y solo algunos pequeños municipios tienen ‘controlados’ a sus herederos para solicitarles sus votos en las sucesivas elecciones municipales.
Es una epopeya olvidada, pero seguramente sea la mayor que han protagonizado leoneses anónimos que se han repartido por medio mundo. Muchas grandes empresas llevan nombres leoneses, muchas gran-des nostalgias de perdedores fueron sueños de paisajes leoneses.
Los que marcharon en zapatillas
La historia es vieja pero no por repetida es menos impresionante. Un casi niño ve su casa llena de hermanos y poco pan en la mesa. En su cabeza siguen dando vueltas las historias de filandón en las que «cuentan y no paran» de las riquezas que ha logrado aquel vecino que un día cogió el barco y acabó en América. Prefiere no saber nada de aquellas otras que hablan de los que no tienen dinero para pagar el billete de regreso y un día dice la frase mágica: «Madre, me voy a América».
Fueron miles. Muchos miles. Los más valientes siempre, los más pobres casi siempre. Fue una huida en zapatillas, así ha permanecido en la memoria de sus vecinos desde siempre.
Muchas veces se ha contado que el famoso relojero Losada perdió un día una de las ovejas que cuidaba en La Cabrera y decidió no volver a casa. Después fue un personaje en la vida política… inglesa. Otros muchos paisanos suyos de toda la provincia hicieron algo parecido.
Carlos Alonso cuidaba el ganado de un vecino en la montaña del Torío para ganarse la comida y quitar una boca en su casa. Pese a todo, la ración que recibía no era abundante y por ello cada día se apostaba un bocadillo con sus compañeros pastores a que era capaz de hacer el pino en la peña más alta de los montes en los que cuidaban el ganado, allá en las inmediaciones de la histórica mina La Profunda.
En el librito que publicaron los organizadores de los actos conmemorativos del 50 aniversario de la inauguración de la iglesia de Vegaquemada, en agosto de 2004, el novelista Julio Llamazares escribía del indiano que donó este templo a su pueblo. «Cuando yo era un niño y adolescente por los años sesenta, el mejicano de Vegaquemada era toda una leyenda en la provincia de León. Se contaban de él muchas historias: desde que si había salido del pueblo descalzo, de tan pobre como era, hasta que se había convertido en el más rico de Méjico; desde que había pagado él sólo el nuevo santuario de La Virgen del Camino hasta que iba dejando un reguerote de billetes detrás de él cuando volvía al pueblo por el verano».
Billetes de ida
Antonio González, natural de Rodillazo y uno de los fundadores del Centro Leones en Puebla, era mucho más claro y contundente cuando explicaba los motivos de su marcha en uno de los boletines que editó esta ‘embajada leonesa’ en la populosa ciudad mejicana. «Mi pequeño pueblo está entre montes, en lo más alto de un valle, cercano a la mirada de los lobos que en invierno escuchábamos aullar ¡Qué difícil se hacía arrancar a aquellas tierras las patatas! que era casi lo único que producían. Tantas veces se helaban antes de crecer. Fui andando hasta Gijón, tenía tanto miedo de que no me llegara el dinero para pagar el pasaje que no lo quise gastar en billetes de trenes, ni en comidas. Cuando el barco se hizo a la mar sabía que nada peor me iba a pasar, que el hambre ya lo había sufrido y me habían platicado muy bien de la vida que llevaban los que habían venido antes que yo».
No hace falta insistir en la pobreza de los que marcharon. Ni en su valentía. Aunque hay algunos casos en los que ya cruzaron el charco ‘casi a tiro fijo’. Miguel Suárez, que aún vive y es uno de los leoneses más ancianos a sus 105 años de edad, fue un caso singular. No es que en su casa se nadara en la abundancia, pero no era el caso típico de un hijo de una larga familia con problemas económicos. Había estudiado magisterio e, incluso, estaba ejerciendo. Bien es cierto que eran los tiempos en los que se decía aquello de «pasas mas hambre que un maestro escuela», pero no fue ese el motivo. Suárez tenía familia en Méjico, a la que no le iba mal, y el razonó que si cruzaba el charco gente con escasa preparación y triunfaba no le debía ir mal a él. No se equivoco. No le fue nada mal.
Hubo otros casos singulares y, generalmente, duros. Uno de ellos podría ser el de Vicente el de la Uña, al que algunosllaman ‘Chapolines’. Solo tenía dos años, «en casa no había padre», y su madre la señora Sabina, una mujer de gran carácter, se embarco rumbo a América con él en brazos. Tenían familia allí de la que hacía un tiempo que no sabían nada, tanto que cuando llegaron esta familia ya no existía. Tuvieron que regresar como habían ido pero con el ‘sueño americano’ roto. Después la biografía de estos dos personajes también fue de novela, en otro capitulo la recordaremos
La herencia que nos dejaron
Hayuna característica que es denominador común de la mayoría de los indianos leoneses y que, a su vez, habla muy bien de ellos. En Asturias, Cantabria y Galicia esta claramente tipificada la llamada ‘arquitectura de los indianos’, generalmente unas grandes mansiones que recuerdan a las de aquellos países a los que emigraron y que construyeron al regresar a su tierra.
Este fenómeno no se da con frecuencia en la provincia de León, aunque sí existen algunos casos de grandes mansiones de indianos. En esta provincia ha sido mucho mas frecuente que aquellos que un día cogieron el vapor hacia América del Sur sufraguen la construcción de un edificio o un servicio público para ser recordados como benefactores de su tierra. Las iglesias han sido las más beneficiadas, no hay más que recordar casos como el Santuario de la Virgen del Camino o el templo de Vegaquemada, que le fue encargado al prestigioso arquitecto Torbado por Pablo Diez.
Pero hay muchas más, como el altar de alabastro de la iglesia de Cármenes que donó Carlos Alonso, quien también sufrago la instalación del teléfono en su pueblo natal después de amasar una gran fortuna en un país poco habitual, Venezuela. El busto que se puede ver delante de la iglesia de Crémenes, dedicado a Juan Guereño, esclarece perfectamente quien sufragó este templo.
Otra obra que se repite con mucha frecuencia son los casinos, otro nombre con evidentes resonancias ultramarinas pues estos edificios, generalmente muy generosos de espacio, nada tienen que ver con lugares de juego y sí con centros de reunión que más bien recuerdan a las casas del pueblo o, con el paso de los años, los famosos tele-club.
Matías González, indiano de Canseco, pueblo al que regresó después de muchos años en Cuba, donde primero se hizo millonario y después se quedó sin nada, lo tiene muy claro. «Los indianos salieron con el sueño de volver. Fueron pobres pero lucharon en solitario para conseguir regresar como triunfadores, traer riquezas con que engrandecer a sus pueblos de origen y quedarse en ellos».
Los que marcharon con un hatillo… y volvieron con un ‘haiga’
Marcharon en zapatillas. El billete de muchos tenía como destino la aventura y la incertidumbre, el de otros pocos debería desembocar en la casa de algún familiar en ultramar que había hecho el viaje antes, aunque no siempre lo encontraron al llegar allí.
Trabajaron mucho. Un artículo de Juan Pedro Aparicio titulado ‘En Méjico se piensa mucho en ti’, en el que recuerda su primera visita a aquel país habla de cómo se desenvolvieron estos leoneses lejos de sus pueblos y de sus familias. «Sin que quiera yo sumarme a la visión idealizada, el leonés hace muy buen papel fuera de casa, en la Península, en Europa, en Ultramar; porque es sufrido y laborioso, es fiable y es culto; y no hablo de los titulados de nuestra reciente universidad, que es cosa recientísima, sino de los de la universidad de la vida, de nuestra vida leonesa, tan dura, tan bien resuelta, en la que hasta hace bien poco se tenía incluso regulada la caridad que ha de dispensarse al viajero desvalido como un servicio solidario de la comunidad a la que cada vecino había de atender por riguroso turno, en aquello que se llamaba el palo del pobre».
Esa será, seguramente, una de as claves que explican el éxito de muchos de aquellos indianos que un día le dijeron a su madre ,yo me voy para América„ y marcharon con un hatillo y volvieron en un ‘haiga’ que en muchos casos ‘no daba vuelta’ en las calles sin asfaltar de sus pueblos de origen.
Muchos ayuntamientos de la montaña (Maraña, ‘las tierras’ de la Reina, Sajambre, Vegaquemada, Cármenes, Valdelugueros, Puebla de Lillo, Boñar, La Vecilla y el Curueño…) a los que el profesor de Historia de América de la ULE añade cotros del obispado de Astorga. «A finales del siglo XIX, con la llegada del ferrocarril a Astorga, los maragatos que han sido tradicionalmente arrieros y transportistas, ven que el ferrocarril les desplaza y muchos se marchan a América y desde allí van enviando dinero y materiales a sus familias.
Algunas historias. Las de unos pocos, ilustran la peripecia de los que tuvieron el privilegio de regresar triunfadores, como siempre habían soñado. Gentes como Félix de Martino, de Soto de Sajambre; Manuel Arriola; el berciano López Canceloda; Matías Alonso, de Quintanilla de Somoza; Juan Guereño, de Crémenes; los hermanos González Martínez, de Arintero; el ya repetido y famoso Pablo Diez, de Vegaquemada; Hurtado el de Pallide; los Bayón de Rodiezmo; Mario Liébana y José Gallego, de Corporales; José Mª Pérez de La Magdalena; Carlos Alonso, conocido por ‘Cata’ de Cármenes o el más que centenario Miguel Suárez, de Genicera, con 105 envidiables años.
Félix de Martino
Fue un personaje singular. Diferente, no hay mas que ver el legado que dejó para sus paisanos, la escuela de Soto de Sajambre y todo lo que dentro de ella hay. Una joya, un pequeño tesoro que pretende ser un museo en un futuro cercano. Lo merecen el edificio y lo que alberga, se lo deben a aquel indiano que gasto 62.000 pesetas del año 1907 y también sería un reconocimiento para los vecinos de Soto que en aquella primera década del siglo XX arrastraron las piedras desde La Boa y Llerones y pujaron la madera desde La Matoja para que a los canteros de Ribadesella no les faltara de nada en su trabajo.
La tradición ‘indiana’ de Soto de Sajambre viene de lejos. El singular padre Eutimio Martino, hijo de aquella tierra, recoge en su ‘Historia de la montaña de Valdeburón’ que tan sólo diez años después que Colon llegara a América un tal Domingo González, hijo y nieto de vecinos de Soto, embarcó rumbo a América desde Sevilla el 13 de julio del año 1512.
Pero viajemos más cerca en el tiempo. Hasta el año 1859 cuando nace Félix de Martino, un chaval inquieto que pronto amplia los horizontes de aquel valle de vida dura y marcha primero a trabajar en las minas que ya funcionaban en la Cuenca del Bernesga. No le satisface el sueldo y con sólo 18 años embarca en Santander camino de Méjico y con una carta de recomendación en el bolsillo para el jesuita Manuel Piñán.
Sin embargo, no parece que haya sido el fraile el responsable directo de la buena suerte del joven de Sajambre, sino el prospero comerciante Santos Letona con el que empieza a trabajar y, tal vez, su matrimonio con Guadalupe Noriega, descendiente de emigrantes asturianos. No se sabe mucho de su vida en Méjico pero es evidente que le fueron muy bien las cosas pues a su boda, en 1899, asistió Porfirio Díaz, nada menos que el presidente del país, que vivía por otra parte una etapa bastante convulsa.
No fue la escuela y las magníficas y únicas colecciones que alberga el único ‘regalo’ de Félix de Martino. También aporto otras 11.500 pesetas (de un presupuesto total de 36.000) para construir la carretera que entre 1915 y 1920 acabaría con el aislamiento del valle al unirlo con la carretera Sahagún-Arriondas y en su ultimo viaje a su pueblo, en 1921, construyó una pequeña central hidroeléctrica que atendía al suministro de la localidad y que permitió a los ‘joracaños’ (ese es el gentilicio del pueblo) gozar de dos luces conmutadas, o sea cuatro luces, y otra sola.
Como casi todos, también aporto a la iglesia la renovación del altar mayor y la compra de algunas piezas como cálices, albas y otros vestidos, alfombras… Lo único que evito su muerte, en febrero de 1925, fue que levantara lo que se había convertido en nueva ilusión, una casa de concejo.
Pero su gran legado es la escuela. Majestuosa aún hoy, de dos plantas. En la primera, además del recibidor había un completo taller de carpintería y otros oficios ‘de la comarca’ además de una pianola que entretuvo muchos ratos de ocio de la juventud del pueblo. El resto del espacio de esta planta era para la escuela de párvulos, que en aquellos años no faltaban en la comarca.
En la segunda planta estaba el aula, con pupitres para ‘sesenta niños’ y se llenaban para escuchar a un recordado maestro, Leonardo Barriada, al que también pagaba su sueldo Félix de Martino.
El material docente, que se conserva en la escuela, era otro tesoro: Láminas sobre trípodes comprados en París del mundo animal, vegetal o mineral; los recordados mapas físicos y políticos; cuerpos geométricosde madera; instrumentos tan poco conocidos y habituales en aquellas fechas como planisferios, pantallas de proyección; galvanómetro; reóstato; anillo de Gravisande; telégrafo Morse; teléfono Bell; electroscopio de hojas de oro; gramófono Brown; proyector de filminas y armarios llenos de libros, entro otros bienes que recoge el inventario realizado por aquel maestro llegado desde Babia y que hace años lo contaba de carrerilla Pedro de Martino, habitual guía de esta escuela que hoy espera mejores tiempos y subvenciones.
Lágrimas mirando al mar
El instante más duro de la vida de la mayoría de los indianos seguramente haya sido el de la partida. El momento de montarse en un barco rumbo a un futuro que casi nunca sabían que les podía deparar. La fotografía de la colección de Publio López Mondejar perteneciente a la exposición ‘150 años de fotografía en España’ evita mayores explicaciones. Esta hecha en los años 50 en el puerto de Vigo. La impresionante cara del emigrante que mira asustado hacia el mar, hacia el futuro, es una novela en sí misma. Esta misma estampa la repitieron miles de leoneses, muchos cuando eran prácticamente unos niños, como el que acompaña al protagonista de esta imagen.
Oro a la Banca F. Llamazares
Algo no se les olvidó nunca a los indianos: su tierra y su familia. La nostalgia por ambos está presente siempre. Hay dos poemas de un indiano (Tomás González) preciosos, a su madre y a su tierra precisamente. Las remesas de dinero de América a León fueron habituales. La investigadora Ana de F. Caballero recoge un curioso dato de la Revista del Centro Región Leonesa de Buenos Aires. «En la Casa de Banca Sobrinos de F. Llamazares se han visto giros venidos de allende de los mares por muchos miles de pesetas». Curioso como aparece de nuevo doña Catalina.
Sin mar, pero con malecón
Los indianos vivían a caballo entre doa amores, el de la tierra que les acogió con generosidad (a los que les fue bien) y el recuerdo y la nostalgia de sus pueblos de naicmiento. Por ello, en las numerosas obras que realizaron a lo largo de toda la geografía provincial se multiplican los nombres que recuerdan a su segunda patria. En Canseco los bolos son el primer deporte y en 1918 los indianos en Cuba sufragan la construcción de la que seguramente es la bolera más bella de la provincia ¿Su nombre? El malecón.
Creadores de diversos centros
Aunque el asociacionismo nunca fue el ‘plato fuerte’ de los leoneses los indianos demostraron que también en esto eran diferentes y lo fomentaron por diversos países de América del Sur a los que llegaron. De entre todos ellos hay dos que fueron realmente importantes, la Colonia Leonesa en La Habana y el Centro Región Leonesa en Buenos Aires. La primera de ellas, la cubana, contaba en 1924 con 500 asociados que destinaban parte de sus cuotas a paliar desgracias que ocurrían en León, como incendios de casas en Maraña.
El indiano por excelencia, Pablo Díez Fernández
El indiano leonés por excelencia, al menos entre los triunfadores es Pablo Díez. También es el más conocido, su historia está mucho más en la calle que la de ningún otro indiano. Es de sobra conocida su fortuna, bautizada como el Imperio Coronita, pues la cervecería Modelo es el ‘buque insignia’ de sus empresas..
Ha sido un triunfador este leonés que a los 12 años se fue a Boñar a estudiar Latín y Humanidades con el dómine Gabino Sierra. Después estudia con los Dominicos en Asturias y ahí nace su ‘pasión’ por esta congregación a la que ‘regaló’ el Santuario de la Virgen del Camino.
Ayer y Hoy
La biografía de Miguel Suárez es singular. Es uno de nuestros indianos más conocidos pues es frecuente su presencia en la prensa pues presenta un envidiable estado de salud y una lucidez impensable para los 106 años de edad que acaba de cumplir. Suárez, que ya era maestro cuando subió al barco, también fue uno de nuestros arriesgados indianos y de los que hizo fortuna.
De valientes a emprendedores
El mapa ya está dibujado. En una casa con más hijos que recursos un chaval decide coger el vapor mirando a ultramar. Casi pateras del siglo XIX aunque con una diferencia: al otro lado del charco 1es esperaban con los brazos abiertos en unos países en pleno desarrollo, con muchas posibilidades de progresar que la mayoría de nuestros paisanos no desaprovecharon. Eran las ultimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. Fueron miles.
Después llegó otra oleada. Aquellos que habían huido del hambre comenzaron a escribir a sus casas con noticias gozosas y, en muchos casos, con pasajes para el vapor que llevara a algún pariente rumbo a los mares del sur. Fueron más miles. Crearon centros leoneses en lugares como La Habana y Buenos Aires, montaron empresas familiares, se convirtieron en influyentes personajes de la vida pública de allá… pero nunca le volvieron la espalda a sus pueblos. Unos para realizar/regalar obras, otros para no renunciar al sueño de regresar como triunfadores.
Los números de la inmigración
Es imposible tener cifras exactas de lo que supuso la emigración leonesa en Argentina, Méjico o Cuba. Lo que sí existen son datos puntuales y estadísticas que acercan a la magnitud del fenómeno. Por ejemplo, se sabe que por el año 1915 los vecinos de Canseco que vivían en La Habana se reunieron para celebrar San Roque y había 85. Por estas fechas la población de aquella comarca central de Los Arguellos era de 2.053 habitantes censados mientras que la población de derecho era de 2.488. Una diferencia de 435 que en su gran mayoría eran indianos. Eso sólo de un ayuntamiento que hoy no llega a los 500 habitantes.
Otros ‘números’, fríos pero interesantes, nos los ofrecen los asociados de los centros leoneses en La Habana y Buenos Aires. Ana de Francia Caballero recoge en sus datos que la Colonia Leonesa en La Habana tenía en 1924 más de 500 socios; mientras que el Centro Región Leonesa de Buenos Aires iba subiendo su ‘afiliacion’ con el paso de los años: en 1918 eran 154 socios; en 1920 ya eran 584 y en 1924 ya superaban los 1.079 en concreto.
Otros datos esclarecedores son los que dicen que entre los años 1885 y 1895 salieron desde León 7.879 pasajeros hacia Argentina, Méjico, Brasil y Cuba y que entre 1911 y 1930 el número de pasajeros leoneses por mar fue de 63.242.
Lo que allí fundaron los que de aquí marcharon
Y a hemos llenado las tierras de ultramar de leoneses, pobres pero valientes y, a tenor de los resultados, listos y trabajadores. Aunque el estudioso de la emigración Juan Díaz Caneja habla de una segunda, y muy lógica, oleada de emigración después de la de los más necesitados, la de los ‘ambiciosos’. «En los pobres la necesidad y en los acomodados la seducción del indiano rico que vuelve haciendo propaganda (…) Nadie se conforma con lo que tiene y en nuestra montaña ha soplado un fuerte viento de malestar que despuebla el país». Pero después de hablar con bastantes indianos y herederos nos atreveríamos a sumar otra causa a las apuntadas: librarse del servicio militar o como se llamara en cada época. Son muchos los que reconocen que «estaba dudando si marchar pero al ver que me tocaba incorporarme a filas pensé que era el momento apropiado para coger el vapor».
Al hablar de la pobreza hay que recordar que no sólo el campo no daba para vivir a finales del XIX. Vista con ojos de hoy podría extrañar una Carta que publica el Mensajero Leonés en 1905 y que recoge Ana de Francia en su estudio sobre la emigración leonesa: «Yo trabajaba en las minas de Orzonaga, de D. Vicente Miranda, y como los carbones no dan mucho de sí ganaba poco jornal; un año quedaba empeñado en 100 pesetas, otro en 200 pesetas y cada vez me empeñaba más y eso que trabajaba continuamente. Aquí (en Argentina) 30 pesos los gana un changador y la comida y éstos suponen 18 duros aproximadamente. Para ganar 18 duros allí hay que trabajar dos meses y comer a cuenta de ellos».
Raimundo Alonso, natural de Maraña y emigrante a Puebla, que falleció por los años 70, en una de sus ultimas visitas a España explicaba de manera muy gráfica esta etapa de bonanza económica en aquellos países: ¡Aquí las lentejas siempre se acaban por malograr. Allá siembras una monda de chorizo y acaba creciendo un gorrino».
La colonia leonesa va creciendo y además de las cartas comienzan a llegar pasajes pagados, dinero para las familias y a realizar obras en sus pueblos. «Mandan desde allí los pasajes pagados y otros dineros para tomarle, tanto que pasa de 35.000 pesetas el dinero que se lleva recibido en poco tiempo en Pola de Gordón». Para entender esta cifra hay que aclarar que la noticia es del Mensajero Leonés de 1905, el mismo año en el que un minero en Orzonaga ganaba 9 duros al mes.
Matías Alonso Criado
Uno de los indianos que más vecinos llevó hasta ultramar, todo un personaje por otra parte, fue Matías Alonso Criado, originario de Quintanilla de Somoza, del que se conservan muchas cartas en las que animaba a sus paisanos a partir hacia el sur de Argentina, a lugares como Chaco, Neuqen, Río Negro, Chabut… Y le hicieron caso, existiendo una gran colonia maragata en aquellas latitudes, hasta al punto que un grupo político del estado de Río Grande del Sur se llamaba Maragato y su órgano de prensa era O Maragato.
Alonso Criado se convirtió en un importante personaje público de la vida latinoamericana. Gran jurista, fue secretario de Emilio Castelar y su trascendencia queda refrendada con su aparición en el libro publicado en 1918 ‘Los españoles en Uruguay’. Destaca Ana Francia una brillante idea suya: No sólo sufragó obras en su pueblo sino que fundó la Asociación de Amigos del Pueblo’, cuya finalidad era que todos los hijos del pueblo ausentes colaboraran en fomentar en los centros de emigración una ‘junta de reempatrio’ que controlara y mantuviera en contacto a todos los emigrados y, sobre todo, realizar mejoras en los pueblos.
Las nostalgias de los que no pudieron volver
El regreso marcó la vida de todos, pero no todos pudieron volver. Los hubo que montaron imperios y fueron los propios negocios su atadura a las tierras de ultramar. Otros se quedaron incluso sin dinero para volver.
De los primeros se ha hablado mucho. La añoranza de los ‘perdedores’ dio lugar a una iniciativa con ese nombre, Operación Añoranza, que primero patrocinó Iberia y aún sigue apadrinando la Diputación. El primer ‘viajero’ de esta iniciativa, sin haber participado en ella, podía ser José González, ‘Joselin’, que en los años 50 no soportaba la estancia lejos de su pueblo y viajó a León diecisiete veces en unos pocos años, cuando el viaje era un auténtico calvario. Acabó comprando un camión, que bautizo como ‘La balastera’ y se quedó.
Otros muchos pasaron décadas sin poder regresar, aunque la gran mayoría escribían y recibían cartas frecuentes. 64 anos estuvo sin volver a su ViIlalboñe natal David Castro, emigrante en Uruguay. Cuando vino en 1987 confesaba: «¡Cuanto añoré aquellos años aquí, ayudando a mi padre a hacer carros de madera!».
Fueron menos años pero también se le hicieron eternos a Ignacio Castellano los 33 años que estuvo en Argentina sin poder regresar a San Pedro Bercianos. Cogió el vapor en 1957 –«una época llena de rencores entre derechas e izquierdas. Yo colaboraba en Proa y tuve un serio problema por entrevistar a una chica que había estado en Rusia cuando la guerra»– , y no pudo ver a la gente que había dejado aquí hasta 1990. «Esto es otra cosa. Veo a mis paisanos trabajar y ser felices».
Y mil más Cada año llega un avión de nostalgias y hasta olvidos. «Hace tanto tiempo que creí que Riaño estaba en Asturias», confesaba María, algo que no le ocurría a Concepción González que, después de 40 años en Argentina y Puerto Rico, recordaba perfectamente Palacios de Fontecha, calle a calle, casa a casa.
Historias de la cara feliz y de la cruz amarga
El indiano tenía dos sueños: triunfar y volver. En principio por ese orden, es decir, hacer fortuna y regresar como un triunfador. Con el paso del tiempo y cuando aquellos países ya no eran ese lugar «en el que plantas una monda de chorizo y crece un gorrino» también fueron muchos los que ya se daban por satisfechos simplemente con poder regresar. Los triunfadores con dientes de oro, los segundos con millones… de historias vividas. Algunos sufrieron para poder reunir dinero y regresar, otros ni siquiera lo lograron y van apareciendo con cuentagotas en esas ‘operaciones añoranza’‘ que
apadrina la Diputación y en la que cada año vuelven barcos de nostalgia, sueños cumplidos aunque sólo sea por unos pocos días. Fue una etapa dura para muchos. Matías González, de Canseco lo explicaba sin pelos en la lengua. «La clase política abandonó a su suerte a estos hijos de la emigración. Fueron muchas veces arruinados y defenestrados por asonadas y revoluciones sin recibir apoyo ni diplomático, ni logístico, ni reivindicativo de los sucesivos gobiernos españoles».
Esa obsesión por volver la refleja perfectamente el caso de Juan Guereño, en sus últimos días de vida.
Juan Guereño
Este indiano leones, de ascendencia vasca, nació en Cremenes, donde fue pastor de ganado desde niño. Espabilado y consciente, su amigo Fernando recuerda que «no volvía a casa si no traía todo el ganado. Andaba kilómetros de monte y cuando encontraba la vaca perdida llevaba unas alegrías que todos los que íbamos al monte con él recordaremos siempre». Esa constancia fue la que le sirvió para levantar un imperio económico. Pero no le resultó fácil. Montó un negocio de ganadería a su llegada a Argentina y se arruinó. «No dio su brazo a torcer. Compró un burro y repartía con él por las calles de Buenos Aires hasta salir de nuevo a flote».
El ultimo viaje de Juan Guereño a su tierra fue una odisea. Ya había tenido un par de ataques al corazón y los médicos le recomendaron que no hiciera un viaje tan largo. No les hizo caso, pues lo que Juan Guereño tenía metido en la cabeza, con tanta fuerza como su decisión de encontrar el ganado cuando era pastor, era que tenía que respirar el aire de su Crémenes natal y ver los montes en los que ha había sido pastor desde el corredor de su casa.
El viaje además se complicó. Debieron permanecer medio mes en un puerto y su salud se debilitaba aún más, pero el sabía que llegaría a su pueblo. Llegó. Y murió a los dos días, pero su buen amigo Fernando se muestra convencido de que «murió con la tranquilidad de quien sabe a lo que había venido y lo que le iba a costar».
Dientes de oro
Es cierto, como quedó apuntado, que estos regresos causaron ciertos recelos en sus pueblos en algunos casos, sobre todo con los triunfadores. Algunos antiguos vecinos, que recordaban su origen siempre pobre, no compartían su afán por hacer regalos al pueblo, su modo de vestir, sus enormes coches en una España que caminaba hacia el Seat 600 (en el mejor de los casos).
También es cierto que algunos protagonizaron extravagancias difíciles de entender. Leocadio Machado en un articulo titulado ‘Los indianos’ los dibuja así: «Eran inconfundibles, orondos, sonriendo a diestro y siniestro, enseñando un puñado de dientes de oro que les iluminaban la boca y con sus leontinas, también de oro puro, colgándoles del chaleco descaradamente». Una actitud para la que el leonés José María Merino encuentra una explicación en su preciosa novela ‘El heredero’, en la que los emigrantes tienen un gran protagonismo. «Dicen también que aquellas gentes respondían a un mismo patrón. Eran extravagantes, no rebosaban cultura pese a su holgada situación económica y, sobre todo, vivían obsesionados por demostrar que habían triunfado. Estaban en su perfecto derecho de comportarse así. Al fin y al cabo, la vida no les había regalado nada: se lo habían ganado a pulso».
Hablaba Leocadio Machado de los dientes de oro. Lo curioso es que no todos se los ponían de oro al perder los suyos, ese toque de extravagancia de algunos llevó, por ejemplo, Antonio González en uno de sus viajes a España lo primero que hizo fue ir al dentista y darle una orden tajante. «Sáqueme todas las piezas que se me vean al reír y me las pone de oro. Por lo que cueste». Ese «por lo que cueste» debía ser una frase muy de indiano. Otro de ellos, Del Valle, al que todos llaman ‘Porraca’; bajó a sus amigos a León y casi al amanecer fueron a una churrería y, recordaban sus acompañantes, le dijo a la churrera: «Me estoy cansando de verla contar ¿Cuanto cuesta la churrería?». Y la compró. Claro que al día siguiente quien siguió atendiendo el establecimiento fue aquella mujer, que hizo el negocio de su vida».
Hay mil anécdotas. A Gabriel Bayón, el de Rodiezmo, no le gustaba hacer demasiada ostentación de su dinero pero «no podía evitar tirar duros en los bautizos, en unos tiempos en los que los duros eran una fortuna», recordaba otro amigo suyo, Julián Arias. Pese a ello, lo que no pudo ‘comprar’ fue una «hija a la que hacer heredera de su fortuna pues se le murió el único hijo que tenía».
Pantalón blanco y pajilla
Los indianos comenzaron a mandar cartas en las que hablaban de «lo bien quo los iba allé». Era una alegría para las familias pero sería bueno recordar que eran los más pobres de sus pueblos y es evidente que ‘la opulencia’ de sus regresos también causó algunos recelos en algunos vecinos. La revista semanal ‘León’ del 2 de febrero de 1924 recoge un cuento de indianos en el que los describe así: «Pantalón blanco y el pajilla de algún che llegado hoce pocos días luce entre bocanadas de humo, su diente de oro y la sortija de un habano».
Fidel Díez Canseco en ‘Vida Leonesa’ ni esconde su nombre ni lo enmascara con un cuento, lo dice en corto y por derecho. «En Prioro ellas prefieren unir su vida a un humilde zagal que a cualquier indiano rico».
Nada nuevo. Es la condición humana, al margen de indianos.
Segismundo Taladriz y la biblioteca para ciego
Las iniciativas y empresas que los emigrantes leoneses pusieron en marcha por toda América del Sur son de lo más variadas. A buen seguro quo una de las quo más llama la atención es la quo realizó un ciego de nacimiento nacido en La Cueta, Segismundo Taladriz. El boletín del Centro Región Leonesa de Buenos Aires lo recoge en el número de verano de 1930.
«Sagismundo Taladriz, un calificado leonés, ciego de nacimiento, llegó como inmigrante a esta hospitalaria República en 1912. Concibió con otros ciegos la creación de la Biblioteca Argentina para ciegos, que de modesta creación en el año 1924, culmina hoy en una obra que ya dispone de elementos valiosos».
Bercianos y cabreireses
Las comarcas que más vienen apareciendo son las de la montaña y Maragatería, pues son las que más indianos ‘aportaron’. Pero no fueron las únicas, también muchos bercianos saltaron el charco y otros de la Cabrera. En Tres Arroyos de Bahía Blanca fueron unos personajes José Gallegos y Mariano Liébana, de Corporales, y los hermanos Carreras, de Iruela, como el relojero Losada. La colonia berciana colaboró en la creación de la escuela de artes y oficios de Ponferrada.
Nostalgia de la tierra y de la madre
La tierra y la madre son las nostalgias que más se repiten en los indianos leoneses. Curiosamente uno de ellos, Tomás González, de Carmenes, dejó en una libreta dos bellos sonetos dedicados precisamente a estas dos penas del alma. Uno de ellos se tituló ‘Mi pueblo’: «Haciendo un alto en el medio de la errancia / la carreta teatral se ha detenido / en este viejo poblachón dormido / donde pasé los años de mi infancia. // ¡Pueblo mío, que tienes la fragancia / de un cuento maternal, pueblo querido / lejos de ti mi corazón ha sido / un oro envenenado de vagancia! // Par tus calles, tus ríos, tus montanas, / por todas partes hallo gente extraña / que acaso cuando niño conocí. // Nunca sufrí un dolor más verdadero / que el de sentirme solo y extranjero / en este viejo pueblo en que nací».
El tío Santos ‘El Cojo’ de La Mata
Entre los indianos leoneses hay centenares de historias de todo tipo. Una de las más curiosas será, seguramente, la del tío Santos ‘El Cojo’ de La Mata de Curueño, un personaje singular y con evidente gracia para contar su azarosa biografía, tal y como lo recogió Adolfo Fernández López para la revista local ‘La Mata. Un pueblo que nos une’ y que define a nuestro personaje como «un trotamundos con una pierna de madera quo se dedicaba a arreglar máquinas de coser». El tío Santos era de aquella singular raza de ambulantes que llegaba a las plazas de los pueblos a esperar la clientela. Viajaba en tren pero no le gustaba en exceso pagar el billete de sus dos hijos y para ello le venía como anillo al dedo su pierna de madera. Cuando veía en el horizonte al revisor daba unos golpes en el suelo con su prótesis y los chavales se lanzaban en plancha para debajo de aquellos viejos asientos que eran como bancos. Allí permanecían quietos hasta que otros golpes de la ‘pata de palo’ se convertían en la señal de que podían salir.
La vida del tío Santos era un poema. Un día apareció en el pueblo un hombre de tremendo bigotón que venía «a por la mujer del cojo pues se la había jugado y el la había ganado».
Su viaje o Argentina fue ‘digno’ de un hombre que se juega a su propia mujer. Cogió el barco sin decirle adiós a nadie, ni a su familla Al otro lado del charco se junto «con otro como él» y trabajaron en algo que ni Santos sabía explicar con un carro y un caballo, hasta que un día cayó ‘todo la empresa’ por un barranco. El regreso no es menos novelesco. No tenía ni un duro pero vio un anuncio de un baile para cojos con importantes premios. Para allá marchó Santos con «la pata chula», se juntó a una gallega y se llevaron el primer premio. Así pudo regresar, hasta El Ferrol. Pero tampoco en la ciudad gallega tenía un duro y pidió dinero a su mujer, Nicolasa, la que perdió en una apuesta, y la muy santa le ayudó a regresar. Eso sí, no le quiso abrazar al llegar porque «tampoco tu me diste un abrazo para marchar. Ni un beso, ni me dijiste adiós».